Ninguna relación de pareja está exenta de tener problemas, pero ante los conflictos, lo más importante es buscar la solución y el origen de los mismos.
Cuando nos enamoramos de alguien, todo se torna de un color más vivo, más hermosos. Sin embargo, cuando se acaba la etapa del enamoramiento, a eso de los 3 meses, los defectos empiezan a relucir y es ahí cuando la pareja debe madurar y aprender a AMAR. El amor se basa en la aceptación de los defectos del otro y el reconocimiento de sus virtudes.
Según los especialistas en temas de pareja, hay 4 conflictos que pueden surgir a lo largo de la maduración de esta relación, los cuales afectan directamente al poder, la intimidad, la pasión sexual y la comunicación.
Si alguna de estas áreas se ve afectada, la relación se desequilibra y pueden llegar a generarse conflictos dentro de la misma.
El dinero.
La economía o, de forma más específica, el dinero, representa el poder. La estabilidad económica de una pareja es importante, sin embargo, nadie necesita del dinero para ser amado o amar de forma honesta. El papel de este factor está en el “Si yo pago, yo mando”. Hay que saber equilibrar las responsabilidades económicas en una relación, ya que, eventualmente si uno de los dos es quien se hace cargo de todos los gastos, este se sentirá con más responsabilidad y derecho que la otra persona. Eso se debe a que siempre hemos asociado al dinero con el poder.
Entonces, o asumimos que el dinero no significa tener poder, o dividimos las responsabilidades económicas de igual forma.
El silencio.
Creemos que callar es la mejor manera de evitar una discusión, sin embargo, el silencio dice mucho más de lo que creemos. Callar ante ciertas situaciones, deja espacio para las malas interpretaciones y las suposiciones. Comunicarse es indispensable para que una relación no se llene de incertidumbres.
Prioridades.
Cuando sentimos que la pareja es algo “seguro”, tendemos de dejar de lado los detalles, el tiempo, la atención y la dedicación que solíamos tener por ellos en un inicio. Esta conducta afecta directamente a la intimidad. Cuando hablamos de intimidad, nos referimos al enlace espiritual que se crea entre dos personas. No hay que dar por sentado NUNCA, que la otra persona nos quiere.
Aunque lo sepamos, si actuamos como si ya no necesitásemos conquistarle, la relación de a poco se desgastará.
Vivimos para producir.
Si bien es cierto que el trabajo genera estabilidad, es necesario darle tiempo a la relación. Si nos metemos de lleno en nuestra vida laboral, el tiempo para la pasión en pareja se verá afectado y técnicamente, solo usaremos el tiempo que tenemos con nuestro compañero para tener relaciones sexuales o alguna que otra charla en la que los temas de conversación serán básicos y vacíos.
Hay que darnos tiempo para amar. Entrar en una relación no es solo querer sentirse amado, sino también asumir un compromiso. Tenemos la responsabilidad de dedicar tiempo a quien tiempo nos da, porque si no lo hacemos, por muy grande que sea el amor, este se acabará si no se cuida.