Vivimos en una época de melancolía, de recuerdos, de preferencias, de modas y música del siglo pasado. Atrapada por los relatos antiguos sobre el amor, los personajes clásicos y a la vez trágicos con historias que incluyen el sacrificio, lealtad y fidelidad: denominándolo como un amor perfecto. Aunque puede responder a la idea falsa y dañina que tenemos del amor romántico.
Ahora nos encontramos en la era de las relaciones fáciles, inmediatas y automáticas. Existen muchas aplicaciones de citas; en donde todo es tan efímero. La tecnología ha acaparado nuestras interacciones por medios de redes sociales. Nos han vendido la idea de que somos multitask y que podemos hacer distintas cosas al mismo tiempo, dedicación, atención y descanso. Pero ¿cómo podemos saber si eso afecta la manera en la que vemos nuestras relaciones personales? A continuación, te lo mencionamos aquí:
Somos intolerantes
Tenemos la idea equivocada de cómo debería ser el amor y esto nos causa mucha frustración. Incluso mucho antes de tener pareja, las expectativas de lo que queremos y cómo lo queremos siempre están presentes. Queremos las cosas inmediatas, sin esperarlas porque creemos que la merecemos. Nos decimos que somos seres racionales, pero evitamos aprender a manejar nuestras emociones. Hay autores que hablan del “amor racional”, y dicen que sentir felicidad, miedo o enojo no está peleado con el equilibrio de nuestros pensamientos. La clave para tener una relación exitosa es la comunicación efectiva y asertiva.
Siempre se quiere tener la razón
Se requiere en la pareja individualidad, no asilamiento. La información en exceso nos ha hecho creer que somos autosuficientes y llevándonos a ser protagonistas permanente. En el amor se da la paradoja de dos seres que se convierten en uno, pero también siguen siendo dos. Gracias a ello podemos ver a nuestra pareja como un compañero, librando la famosa guerra de los poderes sobre el otro.
Tenemos miedo de dar
Las relaciones deberían ser más “fáciles” porque todos sabemos lo que queremos, o al menos así lo creemos; sin embargo, el miedo de dar o entregarnos persiste y dificulta que la relación amorosa sea recíproca. Todos esperamos dar lo mismo para recibirlo mismo: si eres fiel, esperas fidelidad; si das intimidad, esperas recibir intimidad; si eres cariñosa, esperas cariño. Las personas que piensan que sólo pueden dar, a la larga se frustran y se deprimen, ya que es natural y congruente con la condición humana buscar un balance interpersonal.
Es posible tener la relación que tanto deseamos, siempre y cuando nos aseguremos de que estemos de acuerdo con la persona con quien vivimos la misma. Puede la tecnología acaparar muchas cosas, pero difícilmente sustituirá la calidez y la calidad de las relaciones humanas.