Es evidente que la simulación, el engaño y la mentira forman parte de la naturaleza humana y están presentes tanto en la vida personal como en la vida social.
Existen dos formas fundamentales de mentir, una de ellas ocultando información, sin decir en realidad nada que falte a la verdad, y la otra falseando, no sólo se esconde información verdadera, sino se agrega información falsa como si fuera cierta. Mayormente las personas recurren a esto para conseguir un propósito o para manipular.
Indicadores corporales de la mentira
La Psicología de la Comunicación establece que el 50% de los mensajes emitidos o recibidos son no verbales. Solo una parte puede controlarse voluntariamente y normalmente son señales que ignora el que comunica, pero no el que está recibiendo el mensaje.
Los indicadores de la simulación se utilizan para descubrir la mentira y el engaño.
A nivel científico se alude a los siguientes indicadores:
Del rostro
Las expresiones faciales de larga duración suelen ser falsas. Así, al estar pensando más en lo que se está diciendo -para que resulte convincente- sobreactuamos la expresión facial. En cuanto a la sonrisa, esta es falsa cuando no es acompañada por los musculos orbiculares de los párpados, abarcando solo la parte inferior de la cara. Por último, respecto al parpadeo, el aumento de su frecuencia valida la emoción que acompaña a nuestras palabras.
Del cuerpo
Los emblemas corporales son acciones que tratan de enfatizar lo que se está diciendo y pueden ser manipulados voluntariamente, con movimientos en los que una parte del cuerpo masajea, rasca, agarra o acomoda otra parte del cuerpo.
La voz
Se percibe en las pausas demasiado largas o frecuentes, vacilar al empezar a hablar, errores que no llegan a formar palabras, interjecciones, repeticiones y palabras parciales.
¿Cómo detectar la mentira?
Hay tres razones principales por las que la conducta no verbal puede revelar el engaño:
Mentir provoca estrés, miedo y esfuerzo que se traducen en expresiones y gestos observables.
El intento excesivo de controlar la información produce actuaciones artificiales con poca emoción, pocos gestos y movimientos, que revelan una incongruencia entre el lenguaje verbal y el no verbal.
Los procesos cognitivos superiores que acompañan al acto de mentir llevan a conductas no verbales involuntarias.
Estos indicadores deben valorarse en su conjunto y dentro del contexto social y psicológico de la situación especifica de donde se produzca, no deben analizarse de manera aislada.
Ni los mentirosos más experimentados tienen la capacidad de controlar indefinidamente su inconsciente, que acabará delatándoles. Cuando la mente duda, tiembla la mano, lo mismo pasa con el lenguaje corporal, cuando nos sentimos amenazados, el cuerpo empieza a hablar.
Fuente: La mente es maravillosa