El control sobre las emociones y su impacto sobre nuestra vida, es gracias a la inteligencia emocional. Sin dicha inteligencia, somos propensos a entregarnos a ciegas a los sentimientos y estados del hombre en el que, el corazón, parece tomar todas nuestras decisiones, dejando de lado a la razón y teniendo así, un alto riesgo de lastimarnos a nosotros y a las demás personas.
Es esta misma inteligencia la que se encarga de ayudarnos a superar rupturas amorosas y otros infortunios productos del desamor.
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Reconocimiento de la utilidad del pasado.
A través de la inteligencia emocional, podemos saber cómo desprendernos del pasado, y, aun así, sacar utilidad de ello para que, en un futuro, no volvamos a cometer los mismos errores. Del pasado se aprende, pero no se vive. Podemos dirigir nuestras emociones en búsqueda de un mejor futuro y usar la razón para aceptar que los amores que ya se fueron, siempre tendrán un lugar en la memoria, pero no por ello, su presencia modificará el carácter con el que nos enfrentamos al futuro.
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El perdón como fuente de sanación.
Es la inteligencia emocional, la que nos ayuda a superponer el perdón sobre el rencor. Esta capacidad de perdonar, no tiene que ver con la de brindar segundas oportunidades. El perdón, es en realidad para nosotros mismos. A través de él, podemos superar completamente TODO lo que nos mantenga aferrado al pasado.
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Reconocimiento del valor del futuro.
Así como reconocemos el poco valor que tiene aferrarse al pasado, y al mismo tiempo aprender de él, debemos reconocer la cantidad de nuevas oportunidades que tenemos al frente. La inteligencia emocional, nos ayuda a redirigir a nuestras emociones hacia el futuro, hacia las nuevas opciones que nos brinda la vida. Al mismo tiempo, nos hace enfrentarnos con mayor madurez, a los retos que suponen los amores del futuro en nuestra vida.