Cuando Lilith, la primera mujer en la tierra, decidió abandonar a Adán, el mundo retumbó de tal modo que este se dividió entre el infierno y el cielo. Lilith fue creada a partir de inmundicia y sedimentos, por lo cual nunca fue parte de Adán, y mucho menos, su pertenencia.
Ella nunca sucumbió a las exigencias sexuales de Adán y prefirió ser exiliada antes de hacerlo. La última vez que Adán le exigió a Lilith recostarse sobre la tierra para tomar su cuerpo, ella le cuestionó que por qué él siempre tenía que estar sobre ella.
Adán se enfureció y fue la última discusión que hubo entre ambos. Lilith escapó lejos y se refugió en una cueva donde los demonios abundaban. En su escondite, Lilith pudo sentirse libre por vez primera; pues en dicha cueva pude tener aventuras con muchos demonios a los cuales vio como sus amantes.
Este disfrute acaba cuando El Señor se percata de que ella decidió abandonar a “su dueño”, Adán. Su castigo fue directamente sobre sus propios hijos, haciendo que los hijos de Lilith, frutos de sus amantes oscuros, sufrieran en la tierra.
Ella confesó que prefería eso a tener que estar junto a Adán un segundo más. El castigo implicaba que Lilith asesinara a sus hijos, pero ella lo desobedeció y prometió matar a los de Adán y todas sus madres. Por muy religioso que seas, no podemos negar que este mito está rodeado de misoginia por donde le veas. La diferencia entre Lilith y Eva, quien nació de la costilla de Adán, es que Lilith nunca cedió a las exigencias de Adán.
Lilith fue la primera mujer que defendió su dignidad y amor propio por encima de cualquier cosa. Ella sabía que esto era su arma más fuerte para enfrentarse a las exigencias de Adán, quien se ocultaba tras la palabra de Dios para justificar sus actos. Esta historia sobre la creación de Lilith desde el sedimento y la inmundicia de Dios, es un aumento de la enferma realidad con la que se pueden comprender muchas de las cosas con las que las mujeres suelen confundirse en el amor.
- Te importa más el amor que te pueda dar otra persona (pareja) que el amor propio.
- Confundes el amor con recibir atención, aun si ésta es negativa.
- Te engañas a ti misma para convencerte de que las acciones con las que alguien te hirió están justificadas.
- No saber discernir entre quién merece tu amor y quién no.
- Siempre confundes el sexo con el amor.
- Te enamoras de la primera persona que te complace, aunque no conozcas nada de ella.
- Te es difícil entender que para los demás el amor no significa lo mismo que para ti.
- A pesar de que deseas ser amada, no sabes aceptar ni recibir el amor que alguien más quiere demostrarte.
- Sueñas con encontrar a tu otra mitad, pero te aterroriza la idea de salir a buscarla.
- Crees que la soledad es el antónimo del amor pues no sabes estar sola.
- Si te lastiman una vez crees que absolutamente todas las personas te harán lo mismo, aunque te demuestren lo contrario.
- Dejas que otro abuse del gran amor que sientes por él con tal de no quedarte sola.
- Crees que el amor que alguien puede sentir por ti se relaciona con tu belleza física.
- Supones que no estás en posición de exigir que te amen tanto como tú amas a alguien.
- Confundes el amor de pareja con la fusión de tu individualidad y la de alguien más.