Cuando llegas a la mitad de tus veinte es cuando te das cuenta de que ya no eres un joven-adulto, sino que eres un adulto-joven. El orden de esas palabras sí altera el resultado y te das cuenta de que debes empezar a analizar qué has hecho de tu vida hasta el momento o, al menos, a dónde vas. Yo, que estoy justo en ese punto, me di cuenta de que muchas cosas que esperaba al alcanzar esta edad, muchas metas, no se han cumplido.
Sin embargo, muchos nuevos proyectos salieron al camino y los concrete sin jamás pensar que esa sería mi vida. De seguro a ti también te ha pasado y puedes identificarte con algunas de estas situaciones que, después de todo lo que tu familia te dijo sobre la vida, has experimentado en carne propia.
1. Muchas tías esperaban verme ya en una relación seria. Es más, algunas me saludan y toman mi mano de inmediato para ver si hay alguna argolla ahí. No tía, ni me lo mencione
Mara Parra / Upsocl
2. O tener hijos. Sí, en otros tiempos era normal tener la familia ya formada. Te darás cuenta que incluso tu madre y abuela podrían pasar por alto la soltería, pero se mueren por saber si les traerás un pequeño ser humano para apapachar
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3. Algunos padres esperaban que ya estuvieras fuera de tu casa para entonces, pero no, ahí estás, usando el cuarto que perfectamente podrían convertir en sala de entretención o en plantación de aguacates
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4. O que bueno, ya no vivas con ellos, pero mamá pase en tu casa porque nunca quiso que te fueras en realidad. Y claro, que cambie la perfecta distribución de objetos en tu hogar porque es “un desorden, un desastre”. Es como si nunca te hubieses ido.
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5. Que tuvieras un título universitario. Y sí, todos queremos tenerlo lo antes posible, pero los caminos de la vida no son los que yo creía. Quizás tienes que trabajar, o tienes la oportunidad de viajar y conocer el mundo y también debes posponer los estudios. No todo en la vida es tan simple de decidir.
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6. Y que dicho título sea de alguna profesión que pague mucho dinero. Quizás volverte ingeniero, abogado o médico. Pero no, tú quisiste ser feliz estudiando artes (¡y lo apoyo totalmente!)
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7. Que organizaras tus propias citas con el doctor. Sí, no lo niegues. LO ODIAS. Pagar el internet, el teléfono y tu comida son una cosa, pero aún desearías resolver todo con tu pediatra.
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8. Puede que tus padres quisieran que estudiaras o vivieras en el extranjero, quizás en algún país del primer mundo. Pero ¡Hey! tú no quieres ir a comer Schnitzel, porque tú eres feliz con los tamales.
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9. Que tuvieras tu apartamento o auto propio. Quizás ambos. De todas formas, ya aprendiste que la economía no es nada fácil y aún tomas bus para cruzar la ciudad entera. No te importa, porque al menos te vas apretado con la señora que vende tamales
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10. Que manejes el negocio familiar. Lo siento papá, lo siento mamá, pero quiero ir a Machu Picchu haciendo dedo en la carretera. No hay tiempo
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11. Pese a que lo que tu familia espere de ti puede ayudarte a fijar metas, no deberías dejar que te consuma por completo. Lo más importante es como tú te veías a esta edad. Si no lo has logrado, es importante que planifiques con más calma. No te ates a lo que la sociedad espera de ti y busca hacer lo que te tenga feliz.
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¿Te identificas con algunas de estas situaciones?
Fuente: UPSOCL