Norwood y Joyce se conocieron durante la segunda guerra mundial y se enamoraron. Sin embargo, luego tuvieron que separarse y sus vidas tomaron rumbos diferentes.
Durante mucho tiempo se escribieron cartas, cosa que no era muy fácil en la época, ya que a diferencia de ahora, la comunicación no era muy sencilla, las cartas duraban mucho tiempo en llegar, sin contar con el hecho de que podían desviarse o perderse en el camino.
Joyce vivió un tiempo en Londres y luego se mudo a Australia, tras casarse y tener hijos, pero su corazón nunca olvido a su “Tommy”, como cariñosamente llamaba a su primer amor.
El reencuentro
Una tarde, Joyce luego de enviudar hace algunos años, le preguntó a su hijo si por medio de internet se podía encontrar personas, a lo que su hijo le asintió. Joyce le expresó su deseo de encontrar a un viejo amigo y le informo el nombre: “Norwood Thomas 101 aerotransportado”.
Inmediatamente encontraron un artículo que fechaba 18 de octubre de 2010 del diario The Virginian Pilot, que reseñaba un héroe que había luchado en la segunda Guerra Mundial contra los Nazis y que luego de muchos años realizaba uno de sus sueños: lanzarse de nuevo en paracaídas. También el Diario relató con una foto actual de Norwood y otra de la época de la guerra.
El hijo de Joyce, no dudo en contactar con el editor del diario, el cual llamó inmediatamente a Norwood y luego de varias gestiones, se pudo establecer una conexión mediante Skype, donde Joyce y Norwood luego de tantos años, se miraron de nuevo.
La emoción de volver a verse los llevó a confesar que el sentimiento que los había unido en épocas pasadas continuaba vivo. Ambos conservaban fotografías de cada uno.
Los testigos de esta conversación tanto en Estados Unidos como en Australia disfrutaron mucho viendo a estos dos abuelos emocionados al volver a verse.
Norwood junto a la compañía de sus hijos, tomaron un vuelo hacia Australia para él poder reencontrarse con el amor de su vida, Joyce. Muchas personas lo ayudaron económicamente para poder agarrar el vuelo y entre la unión y la fuerza, se logró su objetivo.
El reencuentro con Joyce fue emocionante, juntos revivieron un amor que los acompañó por siempre y que los lleva a vivir felices en los últimos días de su vejez.
Sin duda alguna esta anécdota es un claro ejemplo de que el amor eterno si existe y la distancia no hace el desamor. Estos dos abuelitos estaban destinados a estar juntos y nunca dejaron de amarse como lo hicieron desde el primer día que se encontraron.