Ahora que nos acercamos a Diciembre, en donde es tradición nutrir las ilusiones de los más pequeños por medio de regalos soñados, tradición que en lo personal me parece muy hermosa si se lleva de forma correcta, es esencial recordar que lo más importante que podemos darle a nuestros niños es amor y tiempo.
Los niños de hoy en día están creciendo muy solos, inclusive acompañado de los dos padres, pueden sufrir un gran abandono emocional importante, que los distancia de lo que realmente alimentará su alma y lo vincula con lo superficial, con lo prescindible. Pero ellos no son los responsables. Lo somos los padres, quienes de alguna forma sentimos que somos más útiles generando dinero, entregando nuestro tiempo en cosas de “mucha importancia”, postergando nuestro papel como padres o suplantándolo por una niñera, un hermano mayor o tableta o un video juego.
Los niños y jóvenes de la actualidad tienen una serie de virtudes relacionadas a su generación que los hace poder realizar diferentes cosas a la vez, los hace tener grandes sencillez para transitar por los senderos tecnológicos, los cuales los hacen sensibles a estímulos que antes eran desapercibidos. Pero en contraparte, son niños y jóvenes cada vez más separados del afecto, de la comunicación, del goce al aire libre, del ensuciarse la ropa en un parque…
Para hay un equilibrio y debemos ser capaces de brindarles a los pequeños lo mejor de los dos mundos, debemos estar completamente comprometidos con el hecho de brindarles tiempo de calidad a esas personas que se están desarrollando y están adoptando nuevos patrones. Tenemos que ser capaces de colmarlos de mucho amor, con mucha más importancia que colmarlos de puros juguetes.
Es realmente importante inculcar valores, dar buenos ejemplos, cultivar la confianza y la comunicación y eso se alcanza invirtiendo tiempo en nuestros niños. Tenemos la total responsabilidad de diseñar nuestros días de manera tal que nos sea posible compartir con nuestros pequeños, ya sea comer con ellos, saber qué cosas hacen cuando no están con junto a nosotros, conocerlos, ver cómo van variando sus preferencias y sus opiniones, darles nuestra orientación y perspectiva.
La conexión que sembremos hoy con nuestros hijos tendrá grandes frutos, dulces o amargos, el día de mañana. Tenemos solo una oportunidad de hacerlo muy bien con ellos, pero afortunadamente cada día podemos escoger la decisión de hacerlo mejor que el día anterior, de entregar de nosotros lo mejor e inyectarnos de ser preciso el compromiso de estar siempre para ellos, de organizarnos bien para tener algo de tiempo para jugar o para realizar otro tipo de actividades, para leerles una historia… El tiempo pasa demasiado rápido y cuando nos demos cuenta ya estaremos extrañando la presencia de esos niños en nuestras vidas.
Más que simples juguetes o regalos muy caros, dale a tu hijo lo que realmente necesita: tu amor y tiempo… Ambos serán más alegres.