San Benito y su poderosa oración para alejar a las personas malas y envidiosas.

1675

Huyó durante casi toda su vida de Roma, a causa del desagrado que le provocaba la caótica vida que llevaba aquella sociedad.

San Benito, según la leyenda, consiguió refugio en un lugar llamado Affile. Su vida fue de ermitaño y se entregó en cuerpo y alma al sacrificio y oración. Luego de algunos años, fue descubierto por unos pastores que dieron a conocer su historia.

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Desde ese momento, fue visto como una eminencia y algunas personas empezaron a seguirle, rogando por su bendición y consejo.

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En el año 529, se funda el primer monasterio que seguía las Órdenes Benedictinas. Su filosofía era simple: Orar, silencio, y una vida de cuestionamientos y contemplación.

La visión o imagen de él, era representada con un libro en manos, un cuervo y una copa rota. Todo ello hacía referencia al intento por quitarle la vida que sufrió de parte de otras instituciones.

San Benito se considera el padre de los Ingenieros, Agricultores y Moribundos que sufren de enfermedades renales y más.

San Benito no es puesto como una entidad suprema, sino como un intermediario, pues se cree que su vida santa le ha acercado más a Dios que al resto de las personas. Por ello, la persona pide por medio de él que las malas personas y los envidiosos, se alejen de nuestra vida con la siguiente oración:

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“¡Oh, Glorioso Padre San Benito!, fervoroso y ejemplar Abad, mi gran protector bondadoso y de cuantos van a Ti a suplicar, aleja de mi cualquier influencia maligna, todo mal y enemigo y libérame de los peligros del alma y cuerpo.

 

Intercede por mi ante el Señor para que alivie mis sufrimientos, y las serias dificultades por las que paso.

 

Aparta, condena y rechaza, por la poderosa intercesión de la Cruz, toda mala persona, contra mi familia y mis allegados.

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Liberarme de fatídicas herejías, de magias, conjuros y hechicerías, aleja de mi persona todo enemigo, aleja al violento, al mentiroso, al envidioso, al mal vecino, al egoísta y al traidor.

 

Protégeme de la ira, el odio, los celos y el rencor, de las malas lenguas, los enredos y difamación.

 

No permitas que me ataquen física y mentalmente, aparta de mi lado a quien me quiera perjudicar en mi vida cotidiana, en el trabajo, en el amor o en el hogar, libérame de todo daño y perversidad, en especial de esto que me causa preocupación.

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Te lo pido con toda la confianza y seguro de tu bondad, tú que fuiste Santo con fervor, que no antepusiste nada ante Cristo desde que lo hallaste en la Oración, concédeme tu amable intercesión.

 

Glorioso Padre San Benito por tu poder ilimitado sobre los poderes dañinos protégeme, ampárame y defiéndeme de todo mal, ayúdame a confiar en el Amor de Dios, nuestro Padre, y a alcanzar la perfección de mi vida Cristiana, por la salud de mi cuerpo, mente y alma.”