Se puede definir el aburrimiento como un estado en el que hay ausencia de interés o de motivación. Etimológicamente viene de la raíz latina ab, que significa ‘sin’; y de horrere, que significa ‘horror’. Así que, desde el punto de vista etimológico, sería algo así como ‘estar sin horror’.
El aburrimiento es un estado completamente normal en algunos momentos de la vida, y nadie está exento de este estado de ánimo. Si se lleva este término a las relaciones de pareja, aburrirse de nuestro compañero de vida solo significa que llegó el momento de introducir novedades y variaciones para reactivar la relación.
Esta situación puede catalogarse como normal, ya que la misma implica una rutina, pudiéndose comparar a la del trabajo, la familia, los compromisos o cualquier otra realidad de la vida.
Aburrirse de la pareja, del trabajo, de los amigos, de lo que sea es perfectamente normal bajo ciertas circunstancias. Simplemente es una consecuencia, no un problema en sí mismo. Así como la noche permite valorar el día, y viceversa, también esos periodos en los que hay cierto hastío permiten valorar de otra manera la novedad.
El aburrimiento tiene una breve similitud a la depresión, pero no son sinónimos. Se trata de un estado que genera malestar y que fácilmente conduce a la tristeza. A veces, propicia preguntas y cavilaciones en torno al verdadero sentido de la vida. Después de un tiempo, podría conducir a la desesperanza.
Isaac Asimov dijo alguna vez que el aburrimiento se convertiría en la gran enfermedad de las épocas modernas. Pues, es en estos tiempos de modernidad cuando adquirió un significado altamente negativo y por eso casi no se le tolera.
Una persona puede aburrirse cuando en su vida no hay diversión. Específicamente cuando hay otra versión de la realidad. Nace cuando las actividades o la rutina se vuelven excesivamente repetitivas. También cuando no hay metas u objetivos o estos pierden su poder de atracción.
Aburrirse de la pareja es visto, generalmente, como una grave señal de alarma. La primera idea que aparece es la sospecha de que “se acabó el amor”. Quienes tienen relaciones con bastante tiempo, saben que esto no es así. Amor y aburrimiento del otro son realidades que muchas veces coexisten, aunque parezcan contradictorias.
Lo más frecuente es que las personas lleguen a aburrirse de la pareja tras algunos años de convivencia. Algunos estudios señalan que el punto crítico se da a los cuatro (4) y los siete (7) años de la relación.