Qué tan importante resulta abrazar a tu hijo cuando lo necesita.

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A veces los padres caen en la presión social y familiar. Y es que es normal que los padres traigan hijos al mundo con el miedo, el miedo de ser un buen ejemplo, de saber qué es educar.

El hecho de poner reglas y no permitir que el niño haga lo que se le antoje, no tiene nada que ver con dar amor. Un bebé no llora por capricho, llora porque está experimentando sufrimiento emocional, porque es en los brazos de los padres en donde se calma el miedo y se siente tranquilo.

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  • ¿Por qué dejar que llore hasta que se canse y termine durmiendo?

Porque necesita de sus padres, necesita amor.

  • ¿Qué es lo que sucede cuando se consuela a los hijos?

El bebé o niño no es un adulto, que quiere escuchar palabras de aliento, ¨todo está bien¨, ¨no tienes razón para llorar¨, su consuelo es por medio de besos, abrazos y caricias, necesitan el contacto físico.

 

  • ¿Qué más da lo que diga el mundo?

Si decidimos tomarlo en nuestros brazos, estamos evitando que caiga en un lapso de estrés.

El abrazo no es algo superficial, de ahí que existe algo que se llama abrazoterapia. La ciencia ha comprobado que al sentir estímulo por medio del contacto nos sentimos bien física y emocionalmente. Además, los síntomas de dolor, ansiedad y depresión disminuyen. Eso sin contar que a los bebés los ayuda a tener un mejor desarrollo.

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Particularmente, los niños necesitan esa cercanía forzosamente los primeros 3 años de vida. De ello dependerá la seguridad y autoestima con la que se enfrenten el resto de sus días.

Cuando dejamos que nuestros hijos lloren hasta cansarse, le estamos enseñando el lado negativo, un ambiente hostil y tóxico. Le estamos enseñando que debe afrontar con ira para lograr lo que quiere.

La educación inicia desde que son bebés, si queremos que nuestros hijos sean respetuoso, tolerante y paciente, entonces debemos darle amor.

Evitemos que vivan una vida llena de rabia y frustraciones solo por no querer romper con las ideas de generaciones pasadas que dicen que se van a malcriar cuando lo abrazamos.