Te emociona tanto que crees que los calzones se te caen al solo verlo. No es fantasía, es casi algo literal, es, de hecho, lo que muchas nos cohibimos de decir a voz pópuli porque nos da vergüenza.
Tontas, los hombres tienen pensamientos así y no se abochornan por ello ¿Por qué deberíamos hacerlo nosotros?
Pero, vamos al grano. Acá el punto es que, esa sensación, esa divina sensación, no deberíamos dejarla de lado solo porque un cretino, un patán, una rata de dos patas, nos rompió el corazón.
Nadie, lee bien, absolutamente nadie, merece que tú renuncies al amor por él. Allá ellos que se pierden de la maravillosa manera en que te entregas. De lo preciosa que es tu alma enamorada y lo divino que es compartir un futuro contigo.
No pecas de egocéntrica al creerte todo esto que te digo. Pecarías de estúpida al no hacerlo, y es que, amiga, si algunos se conforman solo con amores fugases que no llegan a historia, serán ellos los que se queden solos al final de sus días. No le des el placer de convertirte en algo que no eres en realidad.
Aunque te hayan roto el corazón, sigue amando. Pues solo con el amor la gente logra sanar. Refugiarse en el rencor, odio o el medio, solo te marchita a ti.
No caigas en un abismo porque algún patán no subo valorar a la preciosa mujer que tuvo a su lado.
Convéncete cada día más de que amarte es un placer, un privilegio y que aquel que trate de jugar contigo, solo tendrá un final marcado, y ese es el de verte partir con la cara en alto y el orgullo intacto.
No creas en esa patraña de que el orgullo no es bueno. Cuando sabes usarlo para tu beneficio, para tu crecimiento y protección, el orgullo puede ser tu mejor aliado.
No dejes de creer en el amor, en esa vida que tanto anhelas, en tus sueños. No dejes de creer en nada que quieras tener, porque quizá él, no dejará de hacerlo por ti.