El ser humano requiere de otros, física y psicológicamente para poder sobrevivir. No se quiere decir que buscaremos compañía a cualquier precio. Sin embargo, las otras personas sí son realmente importantes en nuestra vida. De hecho, la ciencia ha verificado que estar mucho tiempo solo afecta notablemente nuestra actitud.
Múltiples estudios han concluido de que pasar mucho tiempo solos conlleva e incluso a transformar nuestro cerebro. La soledad es una epidemia que va aumentando en todo el mundo. De forma lenta ha ido incrementado el número de hogares formados por una sola persona. Todos sabemos bien que estar mucho tiempo solo no es algo saludable. Sin embargo, no siempre hallamos la forma de quebrar esa burbuja.
Una investigación del Instituto de Tecnología de California (Caltech) prueba que estar mucho tiempo solo contiene efectos significativos sobre la conducta. En un experimento con ratones, se pudo observar que la soledad llevaba a la acumulación de una sustancia química en el cerebro. Esta los convertía paulatinamente más agresivos y temerosos.
El trabajo fue publicado en la Revista Cell y se ha usado como modelo aplicable a los seres humanos. Para elaborar el estudio, los investigadores separaron individualmente a un grupo de ratones. Estos impidieron que tuvieran conexión con otros integrantes de su propia especie durante algunas semanas. Al poco tiempo, los sujetos estudiados se mostraron más irascibles de lo habitual. También se veían mucho más temerosos frente a otros ratones e hipersensibles ante alguna amenaza.
Cuando se presentaba una posible amenaza, los ratones aislados se quedaban totalmente paralizados. Permanecían así, incluso mucho tiempo luego de que el estímulo amenazante había desaparecido. Los ratones que continuaban viviendo en comunidad recuperaban la normalidad rápidamente. Los primeros síntomas de todas estas transformaciones aparecían dos semanas después del aislamiento.
“La taquiquinina y pasar mucho tiempo solos”
La sustancia química que se presentó en el experimento anterior es comúnmente conocida como la taquiquinina, en los ratones esta llevaba a la producción de un neuropeptido llamado neuroquinina. Este se genera en el hipotálamo y en la amígdala.
Los investigadores observaron, que el aislamiento prolongado conlleva a una gran producción de neuroquinina. Que esta a su vez aumenta las aptitudes agresivas y nerviosas. Sin embargo, también verificaron que la administración de un fármaco podía ser capaz de disminuir esos niveles, aunque de manera inestable.
“No debemos pasar mucho tiempo solos”
Existen muchos motivos que nos llevan a aislarnos. A veces no hemos desarrollado suficientes capacidades sociales. Otras veces nos tropezamos con panoramas que son excesivamente herméticos. También ocurre que nos encerramos tanto en nuestras propias actividades e intereses que nos convertimos progresivamente como islas apartadas.
Sea cual sea el motivo de la causa, lo cierto es que estar mucho tiempo solos no nos hace bien. Esto no nos vuelve en seres más autónomos e independientes. A veces, de hecho, sucede todo lo contrario: nos volvemos cada vez más vulnerables. Sencillamente se apodera de nosotros una inercia que nos conduce a aislarnos cada vez más. Con el tiempo, podríamos enfermar.
Siempre es posible abrirnos a las demás personas. Como sucede siempre, salir de la burbuja no es nada sencillo al comienzo. Lo cierto es que vale la pena intentarlo, es un paso que nos lleva a tener una mayor salud mental. Conseguir establecer conexiones con los demás es un logro de un valor prácticamente irreemplazable por ningún otro. De esta forma se vuelve en una necesidad, y también en una fuente inestimable de autocrecimiento.