Nunca te arrepientas de lo que has hecho, sino de lo que nunca hiciste

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A 100 personas mayores con enfermedades terminales se le preguntó “¿De qué te arrepientes de la vida?” y todos ellos contestaron que no se arrepienten de nada porque cada experiencia que vivieron fueron para crecer como persona, pero de lo que si se arrepientes es de lo que no han hecho. Se quedaron con el remordimiento de querer hacer algo, pero por el miedo de enfrentarse a esa nueva situación no lo hicieron, y de eso muchos se arrepienten.

Es un cliché escuchar y leer siempre en un mensaje emotivo “la vida es una” pero lo cierto en ella es que tiene toda la razón, no vivimos otra vez y si algunas personas pensamos que sí, las que creen en la rencarnación, pues es otro tipo de vida no es la misma que tenías. Así que todos tenemos una sola oportunidad de poder disfrutar de los placeres que nos da el universo.

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Poder hacer todo lo que queremos, sin hacer daño a nadie obviamente. Porque uno puede ser capaz de no ponerse limites en la vida, pensar en que somos capaces de todo lo que nos proponemos. Ser realmente felices con todo lo que tenemos, porque todo nos ha costado conseguir y porque somos la persona que hemos soñado ser.

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Es normal que aparezcan miedos en el transcurso del camino, ya que ese miedo es como un impulso a que lo que quieres sí que es importante. Cuando uno siente ese miedo es porque sientes que es necesario en tu vida, pero te da miedo tenerlo porque sabes que en algún momento puedes perderlo. Pero nunca pienses en eso, sólo piensa en querer tenerlo, en ese momento y en disfrutarlo.

No colecciones arrepentimientos

Debes saber que todo tus decisiones, todas tus acciones, todo por lo que soñaste, luchaste y todo lo que diste es lo que verdaderamente eres, el lugar al que has querido enfocarte y guiar tu vida. No debes arrepentirte de quien es o de como eliges vivir.

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Uno debe valorar el progreso y el sacrificio que tienes por lograr tus objetivos. Sabiendo que a veces puede salir bien u otras veces mal, pero igual dar todo por querer lograr esa felicidad y sentirte realizado como persona.

Sentir esa esencia es lo que realmente tiene valor. Tener una meta que nos empuje a seguir viviendo. Eso es lo que nos motiva y refuerza a conseguir los buenos resultados que tenemos frente de nosotros. La ilusión de vernos construyendo lo que queremos es lo que nos hace levantar cada mañana y decir que vale la pena estar vivo.