¿Nuestros aprendizajes tienen un límite? Nadie aprende en cabezas ajenas.

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Aprender es un proceso verdaderamente fascinante. Pero, fascinante no quiere decir que siempre sea del todo agradable o sencillo, ni que en todos los momentos de nuestra vida estemos listo  para asimilar según qué cosas con la profundidad que demandan.

Nos entramos  en el proceso del aprendizaje mirando  el mundo con los ojos bien abiertos como platos, mirando con rostro  de extrañeza a lo que sucede  a nuestro alrededor. Mientras, nuestros familiares no dicen  lo monas y monos estamos, nosotros estamos completamente  enfocados  en otra cosa. Y esto ¿Por qué?

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Observamos  que un objeto surge  y desaparece y creemos  que es el mismo, que las cosas permanecen aunque huyen  al campo de nuestros propios sentidos. Nos damos cuenta de que los demás se comprenden  con un lenguaje habitual  y no con los balbuceos que usamos.

            “El sabor del aprendizaje”

Estoy completamente  seguro  de que un adolescente podría leer toda la literatura que hay acerca  del  amor, pero que nunca lo conocerá bien   hasta que empiece  a experimentarlo.

Hay cierto tipo de aprendizajes que solamente se desarrollan cuando la experiencia se genera  en primera persona. ¿Por qué? Porque son aprendizajes que tiene que ver con nosotros mismo, en los que nos encontramos   directamente implicados.

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Necesitamos poder alcanzar  nuestro propio concepto del amor, odio o de la desconfianza. Vale que la definición de todos acaba  siendo un cuadro similar, pero son claramente  estos detalles los que resaltan  las diferencias: lo que hace que seamos nosotros mismo y no los individuos que con toda su buena fe intentan darnos sugerencias.

 

“¿Podemos poner límites a nuestras experiencias?”

Evidentemente  existen  límites y debemos impedir que alguna persona  se lance  de un puente. Pero la  sensación de que estos límites, en muchos  de los casos, pecan de ser muy  restrictivos, antes que lo contrario.

Esto no es solamente fundamental porque podemos detener  un aprendizaje cuando se tiene que generar  sino que, en muchos casos, ocasionamos  que este aprendizaje se haga  mucho más lejos de nosotros de lo que hubiera pasado  en un principio.