Ninguna persona es indispensable en la vida de otro, no necesitamos más que de nosotros y de nuestra propia fuerza, voluntad y esencia para poder sobrevivir, el amor que surge de nosotros, que emanamos, que expandimos y que se transforman en nuestro alrededor, es fundamental para la existencia de cada persona y el compartir y la comunicación con otras personas, más aún cuando están en la misma sincronía que nosotros, nos desarrolla gran satisfacción.
Es aconsejable conocer el momento en el que debemos comenzar a retirarnos, en el que debemos marcharnos o fácilmente dejar de estar insistiendo en la vida de una persona, un hijo, un amigo, un amante, una pareja… cualquier situación que nos ponga en una contaste insistencia de querer ser siempre algo o alguien trascendental para una persona más.
Debemos comprender que cuando ese sujeto ya no nos necesita, o cuando fácilmente ya lo que podemos realizar por ella o por él se escapa de nuestras manos y le toca seguir su rumbo solo.
Siempre vamos a ser necesitados por alguna persona, hasta el ser humano más solo en este planeta siempre puede tener una mano de ayuda, siempre puede solidarizarse, darle una palabra de apoyo o fácilmente ser el individuo indicado en un momento preciso, estar ahí, no obstante, cuando nuestro papel acabe o ya no es esencial, y empezamos de algún modo a ponernos en una posición de hartura a ese otro sujeto por lo cual nos sentimos indispensables, es momento de considerar marcharnos y de aceptar el conocimiento que existen en el hecho de que por ser seres únicos merece la pena el dejar en libertad a nuestros semejantes.
No somos seres indispensables para ninguna persona, por amor a los otros y a nosotros mismos debemos poder indicar el momento adecuado en el que nos dejan ir y aprovecharlo pues posiblemente ya seamos requeridos por otra persona más.