Desde pequeña, me enseñaron a no jugar con los niños, porque podía lastimarme. Me enseñaron que, al hombre, no se le puede molestar, porque quizás, me haga daño. También me dijeron que debo portarme bien, porque de lo contrario, podían dejarme sola y cambiarme por otra, como si fuese un juguete.
Me intentaron hacer creer, que yo era reemplazable. Que, si no somos “divertidas”, habrá alguien que si lo sea y esa alguien será mejor que yo. Me educaron para verme siempre delicada, pura y limpia para un posible pretendiente que cambiará mi vida.
Me colocaron sonrisas postizas, de esas que damos a los hombres solo por “educación” y no quedar como malas personas. Me enseñaron que, los tacones y las falditas son para nosotras, y que, si me gustaba jugar al fútbol, es porque era “machita”.
Me dijeron que los riesgos, son cosas de hombres, porque en ellos hay mucho peligro para mí. Que salir tarde y llegar al otro día, estaba mal, porque podía haber abusadores en la calle, y que, si me pasaba algo, sería mi culpa por no obedecer. Finalmente, me dijeron que, si decidía salir, lo hiciera con grandes grupos, en sus preferencias, hombres; porque nosotras no teníamos la capacidad de cuidarnos solas.
Y así, de apoco, nos construyen, nos fabrican según los estándares sociales. Según lo que es “moralmente” bien visto. Según las leyes que no están escritas en ninguna parte.
¿Por qué lo hacen? ¿Por qué esa insistencia en que debemos ser el sexo débil, delicadas y sumisas? ¿Por qué la feminidad no puede ser fuerte, arriesgada y decidida? ¿Por qué como mujer no puedo decir que no me da la gana de tener hijos sin ser mal juzgada? ¿Por qué como mujer, no puedo discutir temas de política, autos y deporte, con el mismo esmero y pasión que lo hacen los hombres?
Este mundo no necesita que seamos princesas, este mundo necesita que asumamos un grado de responsabilidad, igual o mayor que el de los hombres. En todos los aspectos, desde lo familiar hasta lo político.
A las niñas, se les debe enseñar que llorar, no te hace débil. Que dar órdenes, no te hace molesta, sino líder. Que amar intensamente, no te hace posesiva. Que intentar ser, lo que quieres ser, no te hace desobediente o indisciplinada, sino valiente y soñadora; fuerte y decidida.
El mundo necesita mujeres líderes como las que están saliendo poco a poco. Pero mientras sigan moldeando la mente de las niñas para que sean el sexo débil, seguiremos estancadas, y no solo nosotras en nuestro papel de mujer, sino toda la sociedad, incluyendo a los hombres, porque dicha sociedad no se forma solo con testosterona, también requiere de la visión de la mujer para seguir adelante.
Fuente: Mujerología.com