Cuando terminamos una relación, tenemos que pasar por ese doloroso proceso del olvido. Muy aparte de cuán fuerte se amó o no o el tiempo que haya durado, el olvido siempre resulta un momento difícil y doloroso. Difícil porque cuesta aceptar que la persona que tanto amamos no ha dejado de querer, aquella persona que formó parte de nuestra vida.
Sí es cierto esa premisa que dice que mientras más amamos, más duele el olvido, y es porque cuando amamos con intensidad, entregamos todo de nosotros, cosas que ni pensábamos que teníamos para dar: tiempo, dedicación, nuestra cursilería. Entonces, las cosas que tenemos que arrancar de nosotros es mucho más.
No solo duele cuando olvidamos, también duele cuando somos olvidados y más aún cuando sabemos que esa otra persona ya hizo su vida y está compartiendo con otra persona las mismas que lo hizo con nosotros.
Pero como todo dolor pasa y el tiempo se encarga de eliminar esos recuerdos, en algún momento menos esperado volvemos a sentir ese ánimo nuevamente, ese sentimiento que nos vuelve a revivir el corazón, donde por fin cerramos ese capítulo de nuestra vida.
Y es que este sentimiento es parte del amor, es como la última fase cuando se ha amado verdaderamente y por el que lastimosamente deben pasar todos los que se enamoran con intensidad. El dolor del olvido va atado al sentimiento de amar, sentimiento que además no es eterno y puede vivirse en distinta intensidad, sin embargo, nos queda el aliciente de que tras el olvido siempre se abre una nueva puerta y seguramente tras este doloroso sentimiento, volveremos a sonreír, pero ahora con la madurez de una nueva y enriquecedora experiencia.
Fuente: El rincón del Tibet