Cuando las relaciones se enfrían por completo emergen a menudo las aptitudes más reprobables. Están los que tras la distancia emocional dan paso a la desaparición física, a ir se sin dar alguna explicación. También están los que hacen uso de las falsas justificaciones, y quien se niega a asumir el vacío de la conexión, ese frío que contrae una relación de pareja o amistad que está llegando a su ocaso.
Muchas de las veces, los finales llegan precedidos por un ligero y progresivo distanciamiento. La falta de complicidad, las miradas que ya no se buscan y las risas que ya no bifurcan en las mismas cosas suelen ser las primeras señales.
La distancia emocional siempre lastima y más si hay una parte que continúa nutriendo y creyendo en dicho vínculo. No obstante, cabe indicar que, a menudo, también la otra parte sufre al acumular cierto tipo de sensación de culpa o remordimiento.
“Cuando las relaciones se enfrían y buscamos un por qué”
Cuando las relaciones se por completo enfrían siempre hay un por qué detrás, aunque no nos guste. Desamor, falta de interés, nuevas necesidades e intereses, visiones opuestas sobre ciertas cosas… Cuando la llama de un lazo sentimental se apaga, siempre permite paso a esa densa y ambigua penumbra en la que no conocemos muy bien cómo movernos.
Así, en un estudio publicado por Charlene Belu y Brenda H. Lee, de la Universidad de Cambridge, indica que pocas cosas suelen ser tan complejas para la persona como dejar ir una relación amorosa. Algo que pudo verse en este trabajo es que, a menudo, requerimos saber o clarificar bien el porqué de ese final, para poder comenzar rehacer nuestra vida.
De no ser así, los individuos no dudan en intentar retomar el contacto, en insistir una y otra vez complicando el proceso de duelo y la oportunidad de dar por acabada un nivel para empezar una nueva con mayor integridad. Por otro parte, algo que pudieron observar los investigadores de este estudio son esas dinámicas menos correctas de las que solemos hacer aplique cuando las relaciones se enfrían.
La dinámica que puede causar mucho daño y es totalmente inadecuada para confrontar el fin del vínculo es desaparecer sin decir una palabra. El ghosting hoy en día es una práctica recurrente que se experimenta tanto en relaciones de pareja como de amistad.
“La distancia emocional, esa dura encrucijada”
Cuando las relaciones se enfrían por completo no siempre reflejan la antesala de un fin irremediable. Algo que conviene tener bien en claro es que la distancia emocional puede guiarnos a la deriva durante un determinado tiempo pero, en algunas ocasiones, si somos capaces de hacer uso de adecuados métodos, puede volver la calidez y la chispa a esa relación (en caso de que se merezca ser salvada).
Con todo ello deseamos dejar en evidencia algo muy simple. La distancia emocional o esas relaciones que se enfrían pueden en sí tratarse. Los vínculos, como las personas, pasan por distintos niveles y requieren de atenciones, nuevos nutrientes e incluso aprender de sus propios problemas y discrepancias para crecer, para poder avanzar transformados en algo nuevo y mucho más fuerte.
Ahora bien, en todos esos momentos, tanto para avivar el vínculo y recuperarlo como para tomarlo por finalizado, necesitamos ser individuos emocionalmente competentes. Saber bien dejar ir con integridad y respeto, también habla mucho de nuestra propia calidad humana.