Cuando maduramos, nos damos cuenta que hemos perdido el tiempo en darle importancia a situaciones o factores que no la merecían. Apreciamos mas los detalles, disfrutamos desde lo más sencillo.
“La madurez emocional, supone disfrutar todos los momentos con plenitud. Nos da el permiso de tolerar o no las circunstancias y de ser honestos con nosotros mismos”.
Frecuentemente nos vemos inundados de prototipos sociales, etiquetas que nos impone la sociedad y que no siempre es lo que realmente buscamos o queremos.
Suele suceder, que muchas personas no son felices, porque se empeñan en seguir una especie de guion bien estudiado, que se debe seguir para ser socialmente aceptado.
Cuando somos maduros emocionalmente, nos damos cuenta que el estar solo, por ejemplo, no es el fin del mundo, pues disfrutamos de nuestra soledad, espacio que nos lleva a disfrutarnos sin límites.
Esa misma madurez emocional, nos deja ver que somos felices si así lo queremos y decidimos y que el gran conductor de tus triunfos y fracasos eres tú misma. Nos asegura además, ser protagonista de nuestra vida sin importarnos el qué dirán.
“La vida nos enseña que poco a poco, nos daremos cuenta por nuestros propios meritos, cuán importante es saber que si caemos, podemos levantarnos y seguir intentándolo. Nos mostrará que el camino más corto no siempre es el mejor y que a medida que avanzamos las cosas más sencillas cobran mayor valor”.
Debemos llenarnos de cosas nuevas: hablar con desconocidos, saludarlos; brindar una sonrisa a quien lo necesite; comunicarnos ampliamente con nuestros seres queridos; no cansarnos de decir te amo. Debemos ver más allá de lo físico y sentir más profundamente.
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