Estudio demuestra que casarse tres veces, puede ser mejor que una.

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Durante mucho tiempo ha existido una frase obligada en el matrimonio: “Hasta que la muerte nos separe”. Pero una experta dice que esto ya pasó de moda y no nos hace feliz.

La antropóloga Margaret Mead, autora de ‘Sexo y Temperamento’ fue la principal teórica de una nueva manera de entender las relaciones que ha resurgido con fuerza en los últimos años entre los nacidos a partir de los años 80.

Mead pronunció la siguiente frase: “La primera relación es para el sexo, la segunda para los niños y la tercera para hacerse compañía”. Y es que lo que Mead defendía era una suerte de “monogamia en serie” que tuviese en cuenta que, a medida que el tiempo avanzaba, nosotros cambiábamos y con ello, nuestras prioridades vitales.

Tradicionalmente el matrimonio obligaba a concretar tres (3) objetivos:

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  1. Sexo, pero también exploración y pasión.
  2. Niño, pero también responsabilidad y herencia.
  3. Compañía, pero también supervivencia.

Todo esto en una sola persona, que debía evolucionar tal y como nosotros queríamos.

Sin embargo, en la actualidad las relaciones personales como algo “temporal, negociable y con un bajo nivel de compromiso” se ha denominado en los últimos tempos como “matrimonio beta”.

Fue acuñado a partir de una pequeña encuesta que un artículo en ‘Time’ utilizó como reflejo fiel de dicha tendencia, pero basta con echar un vistazo a los datos para comprobar que, en realidad, esta clase de relaciones ya están aquí, solo que de forma implícita.

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Como ocurre con la ‘gig economy’, aún no hemos adaptado nuestra legislación (o costumbres) a ello, pero en España, por ejemplo, casi un 7% de las parejas se divorcia con dos años o menos de matrimonio.

Las tres edades del hombre

En una entrevista a Margaret Mead le preguntaron por qué habían fracasado sus tres matrimonios. La respuesta fue contundente: “No fracasaron”. Con ello, recordaba que el criterio principal que utilizamos para medir el éxito o el fracaso de una relación de pareja es su duración.

La calidad generalmente da igual, siempre y cuando sea la muerte lo que separe a la pareja.

La escritora Vickie Larson, autora de ‘El nuevo ‘sí, quiero», comenta épicamente: “en otras palabras, si alguien muere, ¡has ganado!”. Lo que Mead sugería es que un matrimonio temporal puede ser exitoso si cumplía las expectativas planteadas, aunque termine más pronto que tarde.

Estos tres matrimonios son un reflejo de esas tres edades del hombre que tienen su representación en todas las culturas del mundo, y que metafóricamente se han relacionado con el amanecer, el día y el atardecer.

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Pero también hay factores propiamente sociales que defienden la necesidad de esta clase de divisiones: Mead apuntaba que:

  1. El primer matrimonio era un compromiso individual ente dos personas cuyos medios materiales eran limitados, y que o bien podía disolverse en cualquier momento o transformarse en un compromiso parental cuando las condiciones materiales lo permitían.

 

  1. La disolución del segundo matrimonio es relativamente habitual en nuestras culturas. Mead marcaba la frontera en el momento en el que los hijos se independizaban del hogar y, síndrome del nido vacío, mediante se podía buscar una nueva pareja para lo que restaba del viaje.