A veces pienso que pareciera que tengo imanes para que me rompan el corazón, mi problema es que me enamoro demasiado rápido y creo en el amor verdadero, en ese amor bonito, en el que te hace sentir ese calor interno, mismo que es la energía de ese motorcito que provoca sonrisas espontaneas. Sin embargo, también suelo tener lapsos en donde cierro mis emociones y me resisto a que se encienda ese motor, en ese lapso me encontraba cuando apareciste tú.
Me hago responsable de ello, pues es mi culpa por crearme historias y creer en fantasías. Y es que éramos tan iguales en tantas cosas, mismos gustos, mismos hobbies, compartíamos muchos aspectos de personalidad, nos la llevábamos tan bien juntos, que pareciera que fuimos amigos toda una vida cuando en realidad te acababa de conocer.
Pero todo comenzó a desmoronarse cuando tus monstruos internos comenzaron a luchar con los míos, fueron nuestras heridas del pasado que aún no terminaban de sanar las que no nos dejaron pasar de una bonita amistad. Resulta que lo nuestro fue un pequeño refugio para evadir la tormenta que te caía encima todos los días, un desahogue del pesado costal que traías acuestas.
No sé si se equivocó el tiempo, el destino o si fuimos nosotros, pero eso que tuvimos, esa amistad que nunca llegó ni llegará a ser amor, es una de las mejores cosas que me pasó.
Fuente: Ser Mejor Persona