Tener una pareja que nos acompañe el camino que recorremos es algo maravilloso. Sin embargo, no siempre se dará el caso que tengamos a alguien a nuestro lado o quizá se puede dar que esa relación termine, entonces ¿ya no se puede disfrutar de la vida?¿Nuestro mundo se vuelve gris?.Es por eso que antes de enamorarnos de alguien no hay mayor plenitud que enamorarnos de nosotros mismos.
Cuando sucede eso nos volvemos mucho más nobles, más críticos y menos destructivos. Nosotros somos la mayoría de las veces los más perjudiciales cuando no sabemos amarnos nos conformamos con menos de lo que merecemos, porque no nos damos el valor que realmente tenemos.
Nadie tiene por qué medir nuestro valor, incluso ni nosotros mismos. Debemos aceptarnos como somos, reconocer que no somos perfectos, sin embargo si debemos mejorar algunas cosas tenemos que hacerlo desde el amor y con plena aceptación, sin hacernos daño, sin forzarnos en ningún sentido. Cada persona es diferente y cuando nos dejamos llevar por estereotipos, caemos en desagradables juegos perjudiciales, en donde nos sentimos inconformes con lo que somos o con lo que hacemos.
No nos dejemos llevar por estereotipos, en cuanto a lo que tenemos que decir o qué. Tenemos que tener la suficiente consciencia para reconocernos por encima de todos ellos y hacer de nuestra vida lo que queramos, sintiéndonos cómodos con nosotros mismos, aceptándonos y sobre todo disfrutando de esta experiencia terrenal.
Al amarnos a nosotros mismos, estamos abriendo puertas maravillosas en nuestras vidas. No aceptamos nada que nos haga daño, sabemos cuidarnos, protegernos, reconocemos nuestras oportunidades de mejora nos sentimos humanos, en pleno proceso de aprendizaje y mejora.
Cuando nos amamos, nadie nos hace sentir menos, nadie nos desvalora, ponemos límites, sabemos hacernos respetar.
Los miedos se apartan ante el amor, porque sabemos que siempre habrá riesgos, pérdidas, pero que es parte de la vida y tenemos los recursos para manejar las posibles caídas, no nos paralizamos, porque sabemos que nuestra felicidad no depende de nada externo, de ninguna condición o persona, sino que solo depende de nosotros mismos, y esto es lo más cercano a la libertad.
Fuente: El Rincon del Tibet