La solución a las rabietas, impulsos y rebeldía de los niños no son gritos, amenazas, agresiones físicas o grandes castigos. Es cierto que los niños deben recibir algún tipo de corrección por su mal comportamiento, eso no se cuestiona, pero resulta una tarea muy difícil para los padres.
“Toda acción lleva a una reacción”, por lo que todo comportamiento inadecuado debe tener consecuencia.
Sin embargo, existen padres que reaccionan de distintas maneras ante las conductas inadecuadas de sus hijos. Por ejemplo, se encuentran los padres pasivos o permisivos; estos con la excusa de evitar rabietas o enfados por parte de los niños, le permiten hacer lo que le plazca, y desde pequeño se acostumbran a vivir sin cumplir algún tipo de reglas, ni identificar lo que está bien o está mal, y si de hacer algo malo se tratase, no pagar algún tipo de sanción por ello.
Con el tiempo esta conducta resulta contraproducente, ya que se crea una costumbre en el menor de conseguir lo deseado de forma brusca, cuando lo realmente importante es que comprendan que en la vida no podrán conseguir todo aquello que desean, no de una manera fácil, deben trabajar para conseguirlo, y en ese transcurso tener conductas adecuadas, como la negociación con el adulto.
¿Cómo debe ser el castigo adecuado para los niños?
Dependiendo el incumplimiento del menor será su sanción. Es decir, si el comportamiento del mismo es leve puede pasar desapercibido, se puede corregir mediante la enseñanza a través de palabras, de manera que él pueda comprender lo que no debe hacer. Pero si el comportamiento es grave o cuestionable, es importante imponer un castigo adecuado al nivel de desarrollo a la edad del niño. Si bien es cierto que las sanciones o castigos no deben ser largas, pues tomaran la atención del momento y no aquello que realmente tienen que mejorar, deben tener relación a su mal comportamiento, permitiéndole al niño reflexionar sobre lo que ha hecho mal.
Es recomendable acordar con los niños a partir de cinco (5) años las sanciones o castigos, fomentando así habilidades de comunicación y negociación, al mismo tiempo otorgándole la capacidad de defender los derechos propios y la compresión de normas impuestas.
Imponer un castigo de manera adecuada
Es importante que el niño conozca cuales son y en qué consisten las sanciones si tiene un mal comportamiento, al igual que debe cumplirlas hasta el final, ya que, si los padres no son firmes en los castigos, estos pierden su firmeza y su utilidad, y los niños no le guardaran el respeto que merecen.