Puede resultar natural, que exista un amor no correspondido sin importar que haya un lazo sanguíneo. Ya que es muy cierto que no existen las relaciones perfectas, y entre ellas también se encuentran las familiares.
La hermandad no es como siempre se sueña, pues los padres temen que sus hijos crezcan llenos de egoísmo, pleitos, carentes de valores y, lo más importante, sin amor en su corazón entre ellos mismos, y desafortunadamente esto se da mucho en las familias.
La psicóloga Jessica Piña de la Clínica Vespucio, detalla que el amor tácitamente existen por el simple hecho de que son hermanos, pero lo importante es qué tan especial se vuelve en la vida de cada uno y esto depende de la tolerancia que se tengan, y muchas veces aquí es donde intervienen mucho los padres y la manera en cómo educaron a sus hijos desde la infancia.
En la mayoría de los casos, una relación tóxica aumenta cuando los hermanos son completamente diferentes y por más que intenten reforzar la relación, la armonía no llega entre ellos, al contrario, llegan al punto de desagradarse y rebasan los límites de cada uno, incluso hay competencia, rivalidad y abusan del poder propio dependiendo en qué situación se encuentren.
Lo mejor es que ambos se den espacio y la distancia que cada uno necesite, porque es donde los dos podrán crecer, madurar y hacer cambios positivos por individual. Cada hermano debe trabajar su capacidad de tolerancia, comunicación y la forma en cómo se relacionan, de este modo, cuando deja de haber agresión, pueden encontrar un punto en el que revivan su amor a pesar de la distancia.
Es importante señalar que la distancia es para que ambos trabajen en uno mismo y no para no compartir su vida con los otros. Ambos deben aprender a aceptarse tal y como son, aceptar sus diferencias y comprender que, al final, no dejarán de ser hermanos y mucho menos de llevar la misma sangre.