Errar o fallar no es una condena, solo una oportunidad de aprendizaje. Y esto aplica para cualquier aspecto de nuestra vida. Pero, en cuestiones de relaciones amorosas y parejas es imposible que todo salga bien en el primer intento, aunque demos todo de nosotros, pongamos empeño y todo nuestro esfuerzo, no se puede hacer todo bien a la primera. No existen manuales, ni tutoriales, ni tampoco fórmulas mágicas.
Se trata de ser flexibles, de tener presente que somos humanos, y por ende tenemos derecho a equivocarnos, además de necesario para aprender, no solo con la pareja, sino con la familia y amigos.
No somos magos, ni adivinos, tampoco seres con súper poderes. Las únicas armas que disponemos son saber escuchar, saber expresarnos al hablar para transmitir lo que sentimos y qué queremos, establecer empatía.
Ahora bien, no olvidemos que al igual que podemos equivocarnos, los demás también pueden hacerlo con nosotros.
Según la RAE (Real Academia Española) equivocarse significa tomar desacertadamente algo por cierto o adecuado. Pero a veces sentimos que equivocarnos es fallar, es fracasar en la línea de exigirnos a nosotros mismos la perfección.
A pesar de que equivocarse es algo totalmente valido en la vida, muchas veces, nos educan a modo de ensayo y error y no nos ayudan a desarrollar el razonamiento.
Cuando nos equivocamos, sabemos que esa manera no ha sido la correcta de actuar y podemos aprender a intentarlo de otra diferente.
Es necesario actuar, moverse en la vida, solo así comprenderemos que está bien y que está mal, para así saber en qué debemos trabajar cada día para mejorar eso que de algún u otro modo no nos está funcionando. Joseph Conrad decía: “Supongo que solo aquéllos que no hacen nada están libres cometer errores”.
Podemos aprender a tolerar la frustración, esa sensación que nos invade cuando las situaciones no salen como queremos. La frustración aparece en los momentos cuando queremos un objetivo y no podemos alcanzarlo.
Al aceptar que nos hemos equivocado, será más fácil que podamos no sentir culpa, sino aprovechar la oportunidad de mejora que nos ofrece el error. Si hemos cometido un error que ha involucrado a otra persona, podemos aprender a pedir perdón.
Equivocarse es un derecho, pero pedir perdón debería ser una obligación, para empatizar con el sufrimiento del otro y responsabilizarnos de las consecuencias de nuestras acciones.
Así, que cuando hayamos cometido algún error o sintamos que nos hemos equivocado en algo, no debemos sentirnos culpables ni reprocharnos por ello. Como ya hemos planteado, equivocarse tiene sus ventajas, aquí te reiteramos algunas de ellas:
- Equivocándonos es como aprendemos.
- En los errores podemos conseguir consecuencias positivas inesperadas.
- Equivocarse nos enseña quienes somos.
- Cometer errores puede liberarnos para perseguir nuestras metas.
- Algunas veces nos ayuda a clarificar cuáles son nuestras prioridades.
- Los errores nos dejan una enseñanza que más adelante puede hacernos, causar gracia de lo que ya hemos pasado y aprendido.