Todos conocemos a alguien que muchas veces prefiere quedarse en casa antes que salir con un grupo de amigos. Podemos tildarlos de solitarios, depresivos o aburridos, pero realmente este tipo de personas no se siente solo. Los “solitarios” se sienten tan a gusto con su propia compañía que no necesitan compartir tanto tiempo con alguien más para poder sentirse plenos y felices. Estar solos les permite entenderse mejor a ellos mismos y estar más consciente de lo que pasa a su alrededor.
Estos son algunos rasgos en la personalidad de quienes prefieren llevar una vida sin tantos amigos
- Tienen límites firmes: entienden que ellos no están solos en el mundo, por lo que respetan tus límites y siempre te dejarán en claro los suyos. Piensan que si no puedes serte fiel a ti mismo no puedes serlo con los demás.
- Lealtad: cuando realmente consiguen a alguien con quien quieran tener una amistad, se convierten en personas muy leales, que no buscan ser el centro de atención pues no la necesitan. Esto es válido en amistades, relaciones de pareja o en el trabajo.
- Son de mente abierta: el hecho de preferir su propia compañía a la de otros no los convierte en personas cerradas. Por el contrario, siempre buscan nuevas actividades qué hacer y nuevas aventuras por vivir. Solitario no es igual a aburrido.
- Muy centrados: la autorreflexión y conocerse bien a sí mismos les permite afrontar mejor las adversidades, no entran en pánico. Si una situación los sobrepasa no se distraen, pasan un tiempo a solas para pensar y recargar baterías.
El hecho de no compartir siempre con personas no te convierte en un ser malo. Muchas veces estamos tan felices con nosotros mismos que somos capaces de llevar una vida sin tantas personas a nuestro alrededor. Lo importante no es tener muchos amigos o tener pocos, sino ser verdaderamente felices.