Después de lo que me hiciste, ¿creíste que me iba a quedar sufriendo por siempre? No te voy a negar que me dolió muchísimo, que dejó un vacío en mí que nunca había sentido, pero eso no significa que todo terminaría allí. Creíste que podías seguir en lo tuyo sin mayores consecuencias, pero hoy me he levantado de las cenizas y he decidido pagarte con la misma moneda.
¿Qué no creías que era capaz de atraer a otros hombres? No tienes la más mínima idea de cuántos me han rogado estar conmigo a pesar de nuestra relación. He tenido que sacudírmelos a manotazos por respeto a mí misma y a ti, pero no aguanto más. Uno de ellos ha sido especialmente insistente, y de verdad que tiene todo para ser un buen prospecto, hasta más que tú. Ha tenido conmigo los detalles que tú ya no tienes, me ha consolado y apoyado cuando tú no querías hacerlo y me ha dado el trato que merezco de ti y que dejaste de darme hace tiempo ya.
Siempre puse límites porque no soy de esas, pero decidiste hacerme daño y perdiste más que a mí. Perdiste el respeto de quienes saben lo que me hiciste y la dignidad de retirarte de nuestra relación como es debido, y ahora peor aún: tu dignidad de hombre, pues ahora soy yo la que he decidido engañarte.
Y listo. Lo hice y lo disfruté mucho. Fue lo caballeroso que tú dejaste de ser conmigo y al despertar ya me tenía el desayuno en la cama. Tuvo tan buenos tratos que había olvidado lo que era sentirse amada, atendida. No me arrepiento de nada.
Al final de la historia cada quien tiene responsabilidad en lo que hace, y yo me hago responsable de las consecuencias. Espero que tú también lo hagas, aunque de no ser así igual me siento dichosa por haberme permitido probar las mieles de otro amor y reencontrarme con lo que valgo. Ahora por cosas de la vida eres tú quien llora y yo quien sonrío.