Te amé tanto, que te ayudé a destruirme

1015

Amar a alguien tanto que te hace olvidar tu propia dignidad, es una sentencia de muerte emocional. Renunciar al amor propio por otra persona, no es amar, es un tipo de obsesión compulsiva que es impulsada por una malformación del concepto del afecto.

Sí, podemos sufrir de este tipo de trastornos si no sabemos realmente el concepto de las cosas. Esta falta de conocimientos sobre el “amar”, hace que la entrega hacia otras personas sea un tanto distorsionada.

Cuando alguien logra obsesionarnos, estamos ante una falta de reconocimiento del “YO”. No reconocernos hace que no podamos valorar nuestra dignidad. Esto suele darse cuando no aprendemos a valorar nuestra soledad y la confundimos con la sensación de vacío.

Ads

No es lo mismo estar solos, a estar vacíos. Podemos estar rodeados de muchas personas y aun así, sentirnos completamente faltos de atención. Si en soledad no hacemos el esfuerzo por valorarnos y ver que somos lo suficientemente importantes como para no depender de nadie, tenderemos a entregarnos a cualquiera que diga amarnos pero no lo demuestre.

Esa entrega impulsiva, nos hará decirle “amor” a cualquier estrella fugaz, incluso, a cualquiera que intente destruirnos. Amarse y tener dignidad, es la mejor manera de evitar que alguien juegue con nosotros, ya que ese mismo amor propio, nos da la inteligencia emocional suficiente como para comprender las intenciones verdaderas de aquellos que nos rodean y al mismo tiempo, nos fuerza a elegir a una persona que realmente sea la indicada, pues eso de “entregarse a la primera”, solo se da en las personas que están faltos de cariño y buscan con desesperación, llenar su vacío.