Solo basta con volverte fría para que las personas valoren lo que eras antes.

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Siempre llega ese momento en que te debes volver más fría, más cauta y desconfiada, para velar siempre por aquello que es lo más importante, tu amor propio. Sin embargo, no todos logran comprender ese cambio interior tan necesario. Es ahí cuando la magia ocurre y los que antes te desvalorizaron, comienzan a extrañar a esa persona que una vez fuiste.

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Quien diga que la gente no cambia, miente. El ser humano está creado para ser nómada, y no solo en el aspecto de ir un lugar a otro, sino de ser un nómada espiritual. De mutar y transformar su ser, ya sea para mejor o para peor, pero siempre, casi sin darnos cuenta, llega ese cambio con el que logramos crecer.
Hasta los corazones más enamorados se cansan de ser lastimados. Estos mutan y se cubren de una coraza la cual es dura y difícil de atravesar. Es ese corazón blando que añoran aquellos que te hicieron endurecerte.

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El corazón frío y la ausencia de las pequeñas cosas

Kottler Jeffrey es uno de los psicólogos que ha tocado más este tema. Nos enseña a través de algunos de sus libros, que existe un aspecto claro en todo esto: Las personas cambian por la necesidad de sobrevivir.

Hay en todo esto algo que no deja de ser interesante. Te lo explico con un ejemplo: Cuando pasas tiempo sin ver a alguien y te reencuentras con esa persona, pero notas que ha cambiado, su actitud es distinta y te hace preguntarte ¿Qué habrá pasado con esa persona que era antes?

Kottler no indica que las personas no hacen este tipo de transformaciones de no ser realmente necesario, de no sentirse amenazado o incluso de no sentir que es importante para su propia supervivencia.

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Esto no suele suceder de la noche a la mañana, claro, no suele ser causado por un desamor repentino o por una ruptura. Normalmente los cambios surgen de a poco, ya sea por medio de pequeñas decepciones diarias, palabras que escuchaste y te hirieron, ausencias o incluso, el no recibir nada. Son como gotas de lluvia que caen sobre una roca, les da forma y crean ese proceso natural que llamamos erosión.

A diferencia de una roca, la persona no se debilita, sino que se fortalece y crece. Madura y deja de temerle a ese tipo de lluvias que desgastan sus emociones, pero, dentro de todo esto no podemos dejar que la naturaleza actúe sin control.

La inteligencia emocional es la que nos permite redirigir estos cambios a algo bueno. No es lo mismo que te vuelvas un patán, a que te vuelvas una persona más precavida y madura. La inteligencia emocional es la herramienta con la que le damos forma a nuestra supervivencia y con la que nos aseguramos de alcanzar un estado de perfección o plenitud necesarios, para enfrentar la vida con menos dolor, más astucia y que se disfrute de mejor manera.

Ser duros no nos aleja de amar o ser amados, pero sí nos ayuda amar y ser amados de mejor manera.

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Escrito por Ángel Dichy.