Si pensamos un poco y hacemos un inventario en los motivos por las que una pareja rompe con su relación, podríamos hacer una lista sumamente larga. No obstante, según las estadísticas, la razón que más resalta por encima de otras es la infidelidad.
Cuando nuestra pareja nos es infiel, nos sentimos engañados, traicionados y abandonados, pues esa persona ha roto con lo más sublime que tiene una relación: la confianza, y para recuperarla requiere un esfuerzo gigantesco, es decir, un gran costo.
Si al pasar el tiempo tomamos la decisión de volver con nuestro ex, es normal que lo que primeramente te preguntes sea: ¿Será capaz de serme infiel de nuevo? Amiga mía, desafortunadamente tengo que decirte que es muy probable que sí… o al menos así lo sostienen los científicos.
Los resultados de diversos estudios realizados a lo largo del tiempo indican que quienes han engañado a su pareja mediante un desliz, así sea por al menos una vez, tienen mayor posibilidad de reincidir en esa conducta pues el cerebro se adapta rápidamente a la actitud de engañar al compañero/a. ¿ Y Entonces? ¿Es realmente culpa suya o de su cerebro que hace las cosas mal?
Cada vez que alguien hace algo, se generan en la mente una serie de emociones. Cuando alguien es infiel es posible que sienta culpa por lo que hizo; sin embargo, si repite la acción, la emoción asociada puede ir decreciendo. En este caso, el remordimiento por haber sido infiel desciende a medida que se repite, produciéndose de este modo una adaptación en el cerebro.
Específicamente, quienes ya engañaron una vez tienen 3 veces más posibilidades de ser infieles que quienes jamás han incursionado en el mundo de la infidelidad.
La idea de todo esto no es servir de justificativo a la conducta de los infieles como si de algo exento de responsabilidad se tratase. El propósito es dar luces acerca de este problema tan típico en las parejas sin importar la edad, orientación sexual y tiempo juntos.