No esperar nada de nadie, es evitarse una desilusión

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No los dicen constantemente.

No los advierten nuestras amistades más cercanas.

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Y nos lo reprochamos porque siempre caemos en lo mismo.

Las desilusiones son un requisito fundamental para la maduración emocional. Luego de la gran caída que esta provoca, es nuestro trabajo levantarnos y tomar el dolor para transformarlo en experiencia. Para ello necesitamos tres cosas.

  1. Amistades verdaderas que nos digan en qué fallamos y nos recuerden lo valiosa que somos como personas.
  2. Amor propio que nos ayude a llenar el vacío espiritual que queda luego de una ruptura.
  3. Aceptación de lo malo. No es lo mismo que resignación. A diferencia de ésta, la aceptación se basa en la manera en que nuestras acciones buscan una mejoría persona por sobre el malestar que pueda dejar la desilusión. En cambio, la resignación se basa en sucumbir al dolor porque no reconocemos nuestra fuerza interior y capacidad para salir adelante.

Una de las cosas que aprendes cuando te lastiman, es a no entregarte tan fácilmente, a no confiar en todo lo que dicen y, sobre todo, a no esperar nada de nadie. Estas tres posturas ante el amor, te garantizan que el impacto de las desilusiones será menor.

Sí, “el impacto de las desilusiones”. No decimos que ello te evitará rupturas de corazón a futuro o desamores, porque no todo depende de ti, sino también de quien te decidas enamorarte. Sin embargo, una fuerte inteligencia emocional y carácter sólido frente a estas cosas del amor, te ayudan a mantenerte firme frente a las malas jugadas del destino.

Escrito por Ángel Dichy.

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