No busco un amor perfecto, busco sólo un amor verdadero

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Hay un momento de nuestras vidas, que comenzamos a buscar un amor que nos quiera como somos, que nos respete y nos haga feliz. Ya no buscamos esos amores de películas, de esos románticos perfectos. Queremos a alguien que nos complemente, que podamos divertirnos, sentirnos bien a su lado, que sea un fiel compañero.

Uno no debe buscar un amor perfecto, porque la perfección no es más que un parámetro irreal que genera frustración, basándose en expectativas, que no necesariamente pueden ajustarse a la realidad. Todos somos personas que contamos con virtudes y defectos, que todo puede ser traducido a una manera de amar.

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Cuando uno ama de verdad puede hacer más de lo que cree, son capaces de dejar sus necesidades de lado para cumplir también las de su compañero. Son personas que a pesar de sus defectos, son muy buenos con el amor. Porque es sincero, es real y más que todo es único. Un amor que se compromete de ver crecer a esa persona especial, de apoyarla en todo los momentos, de hacerla feliz. Cuando el amor es verdadero las energías se canalizan de forma favorable para la relación.

Quien quiere bien no lastima, no hiere, no busca venganza, ni se toma las cosas de manera personal, es capaz de ser empático, de entender lo que necesita la otra persona y ayudarlo a crecer. No existe una guerra de poder, no existe una necesidad de tener razón o de dominar la situación. Sólo quieren ser felices juntos, tener algo real, mágico pero también realista. Formar una unión en donde se puedan aceptar tal y como son.

El amor significa apostar por algo, arriesgarnos, hacer lo que esté a nuestro alcance por hacer sentir especial a esa persona, buscar un equilibrio y aportar paz y tranquilidad en la vida de quien queremos mucho. El amor siempre debe de darnos paz, no dejar que cosas secundaria nos afecte y centrarnos en las cosas buenas que uno tiene al lado de esa persona.

El amor no tiene que ser perfecto, ya que nunca lo será, pero es importante que sea verdadero, con un sentimiento puro, derivada de las acciones y decisiones que mueven a una relación.

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