Hay que ver con detenimiento a quien le damos el corazón. Existen muchas almas vagando en búsqueda del cariño ajeno, no por que quieran amar, sino porque no saben amarse. El vacío es la peor arma del amante y el amado, porque quien ama no tiene cariño para dar y solo busca mermar el ajeno.
Estas personas llaman amor a cualquiera que les de una palmadita en la espalda, porque no aman cuando están listos, sino cuando se sienten solos. Ellos no tienen culpa de su vacío espiritual, pero sí deben responsabilizarse por ello, así como nosotros debemos tener los ojos abierto, el corazón en la mano y el cerebro activo ante cualquier insinuación de cariño.
A través de los ojos, vemos las obviedades y la forma en que esa persona intenta expresar su cariño. Con el corazón, tratamos de comprender si hay o no un vacío dentro de esa persona que pueda hacernos daño. Con el cerebro, tomamos la decisión más conveniente para nuestra salud emocional.
El equilibrio de estas tres cosas, nos da la inteligencia emocional suficiente para, no solo controlar lo que nos hagan sentir, sino que nos ayuda a prescindir del deseo y superponer nuestra dignidad sobre el vacío ajeno.
No te enamores de alguien que solo te busca cuando siente el vacío en el pecho.
No te enamores de alguien que te llama solo cuando está ebrio.
No te enamores de alguien que se acuerda de ti, solamente cuando sus otras damas no le contestaron.
No te enamores de nadie, que de verdad se ame a sí mismo, que se sienta listo para entregarse y que esté dispuesto a dar el cariño que hay dentro de sí, justo como tú lo harías.