Y ese momento llegó, el momento de despedirnos. El momento de voltearnos sin mirar atrás, sin arrepentimientos. Porque no podíamos estar juntos, ya no éramos compatibles. Nuestro amor ya se había terminado. Ya no te quería y tú habías también dejado de quererme.
Nosotros evolucionamos pero nuestra relación se quedó varada en el pasado. No pudimos llevarlo con nosotros y sacarlo adelante. Lo intentamos, hicimos todo lo que podíamos pero de repente no fue lo suficiente o simplemente ya no queríamos ponerle ganas a algo que se encontraba roto.
Se hacía tan tedioso poder verte, no quería pasar más tiempo contigo. Mi significado del amor se encontraba hundido en mis pensamientos negativos. No había nada que nos atara como una pareja, todo se había terminado.
Pero era la costumbre lo que nos mantenía unidos, lo que nos hacía una “pareja”. Hasta que no aguantamos más, porque los días eran tan horribles. Discusiones, incomodidades, maltratos. Se estaba volviendo tan tóxico y desesperante que teníamos que terminar de una vez. No podía soportar ni un día más así. Y por el amor que te tuve no quería llegar a odiarte y sé que tú tampoco.
Así que tomamos caminos distintos, nos despedimos con un abrazo y nos decíamos suerte. Queríamos ser felices, pero sabíamos que juntos eso jamás lo íbamos a lograr. Así que adiós y que la felicidad llegue a ti, como algún día también llegará a mí.