¿El verdadero amor perdona?

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La primera vez que escuché eso, fue en una canción, y aunque el ritmo hacía que fuese un poco más aceptable, mi razonamiento lógico gritaba “Este tipo no sabe de lo que habla”.

El verdadero amor, no debería tener la necesidad de perdonar, porque si ama a la persona correcta, esta no debería traicionarle nunca. Pero está bien, veamos las dos caras de la moneda y brindemos el beneficio de la duda.

Supongamos entonces, que sí, que te has dignado a perdonar a esa persona que supuestamente iba a poner el mundo a tus pies. Con el perdón, has accedido a brindarle una segunda oportunidad, y es ahí, cuando se te acaba el beneficio de la duda.

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Verás, soy radical con respecto a las traiciones, y si bien alguien puede perdonar, el asunto de dar segundas oportunidades, es un atentado contra la propia dignidad. Soy más partidario de que, si perdonas, lo hagas solo por ti, sin segundas oportunidades, porque el perdón es la aliada de la paz interna, y sin ella, viviremos con un rencor u odio que nos carcomerá toda la vida.

Perdona con el fin de librarte del pasado, de llenar tu alma con esa paz de la que hablamos y con el fin de no darle más importancia a la persona que te lastimó.

En definitiva, el verdadero amor perdona, no por tratarse del cariño ajeno, sino por tratarse de uno mismo. Entonces, yo cambiaría la frase a “El verdadero amor propio, se perdona y no da segundas oportunidades”.

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No juzguemos a las personas que sí dan segundas oportunidades, al fin y al cabo, es su propio corazón el que colocan en riesgo… Por segunda vez.

Escrito por Ángel Dichy.