Despídete de una vez por todas, que no te vean más, que no sepan de tu existencia. Despídete en silencio, que ni siquiera sepan que te vas. Despídete para la gente que te rompió el corazón. Ellos son los que no merecen que les vuelvas a ver, a saludar. No merecen ni siquiera saber si estás bien o estás mal.
No te despidas a media, nada de “Adiós, y quizás vuelva”. Cuando te despidas, asegúrate de llevarte todo. Mete en la maleta el recuerdo, las discusiones, la ira y la decepción. No olvides tu ropa, tus trapos íntimos y tus series favorita. Vete, hazlo completamente sin mirar atrás.
Despídete, pues quien rompe tu corazón, no necesita tu presencia. Comienza andar, pero con la frente en alto, porque debes estar orgullosa de haberlo entregado todo. ¿Crees que no? ¿Crees que en estos días donde el amor es tan frágil, cualquiera es capaz de entregarse por completo?
¡No! Quien entrega todo de sí, siempre vuelve incompleto. La gente le tiene temor a eso y, por ende, no lo hacen. Prefieren entregarse a medias, despacio y con calma, porque no son lo suficientemente valientes para amar a alguien como tú.
Así que, ¿Qué haces en un lugar donde habita un cobarde? Honra tu dignidad y despídete de quien te rompió el corazón y saluda a quien lo intente reparar. Finalmente, cuando llegues a ese lugar, lejos de donde te lastimaron, tira la maleta donde guardaste el recuerdo y las discusiones. Eso era solo para que, si en algún momento decidías volver, te dieras cuenta la pesada carga que te ha provocado estar de donde viniste.
Escrito por: Ángel Dichy.